Recrea una parte esencial de la vida de la escritora sueca creadora del famosísimo personaje de Pipi Calzaslargas, Astrid Lindgren, la vinculada a la pequeña localidad de Vimmerby en la que creció, adentrándose en los años en los que dejó la casa de sus padres, muy estrictos en el plano religioso, para empezar a trabajar en un periódico local. Estamos en Suecia, en los años veinte, y la muchacha se siente un tanto asfixiada por la rigurosa severidad del entorno familiar.

Es en estas circunstancias en las que conoce a un periodista y empresario, Reinhold Blomberg, del que se enamora y con el que inicia, pese a la enorme diferencia de edad que les separa, una relación sexual que culmina al ser madre de un niño. Es entonces cuando los verdaderos problemas que se mueven en su entorno más íntimo salen a la luz. Dirigida por una mujer, la realizadora Pernille Fischer Christensen que dirigió previamente tres títulos espléndidos, 'Soap', 'En familia' y 'Alguien a quien amar', este factor es vital en el buen funcionamiento de los resortes dramáticos y en la convicción que desprende el personaje de Astrid. De hecho si algo es determinante en la película es la conexión entre las dos mujeres, la cineasta citada y la actriz Alba August, que sostiene buena parte de su consistencia.

Astrid es, en efecto, una mujer que se deja seducir por un hombre que se aprovecha de su inocencia y que la obliga, aunque sea con amabilidad y sin recurrir a la violencia, a tomar la decisión más importante y grave de su vida. Gracias a la sutileza de los personajes y a la humanidad que demuestran, un drama del calibre del que vemos no se resiente apenas en momentos críticos, especialmente cuando Astrid descubre la verdad de su increíble renuncia. Un desequilibrio, por mínimo que fuese, en este trance habría hundido la cinta. De ahí que haya que elogiar el trabajo que se ha hecho para que nada se venga abajo.