Ha tenido una respuesta del público mucho más generosa de la que realmente merece, porque en realidad lo que se nos ofrece no es más que una contribución poco o nada original al cine de terror realizado con una mano de obra poco privilegiada.

Los aficionados al cine fantástico son conscientes de que la cinta es una variante sin aportaciones novedosas de las películas sobre la diabólica Ouija, un juego maléfico de terribles consecuencias, y sobre los estragos a que conduce el incumplimientos de las reglas por parte de los participantes en el mismo.

Es verdad que el director Jeff Wadlow sabe qué terreno pisa, pero no añade ingredientes destacables de su propia cosecha. Este es su quinto largometraje, ya que debutó en el cine en 2005 con Cry Wolf y realizó en 2008 Rompiendo las reglas, en 2013 Kickk Ass 2: Con un par y Memorias de un asesino internacional en 2016.

El relato pretende adornarse de su más adecuados pertrechos para mantener en vilo al auditorio desde los primeros fotogramas, recurriendo incluso a la acostumbrada secuencia pregenérica para ir directamente al grano.

El escenario de mayor relevancia se sitúa en México, donde un grupo de estudiantes norteamericanos que están pasando unos días de vacaciones van a caer en desgracia al romper las reglas del juego Verdad o reto. Lo hacen en un lugar muy especial, una misión antigua en la que tiempo atrás se llevó a cabo una masacre de personas inocentes. Parece el sitio más adecuado para que el demonio haga de las suyas. Como cualquier espectador mínimamente informado intuye lo que viene después no es otra cosa que el incumplimiento de las normas del juego y la venganza sangrienta de un demonio que es juez y verdugo y que actúa con una implacable crueldad. Los jóvenes saben lo que les espera si hacen trampas o si no eligen con tino las opciones que se le presentan, pero a pesar de ello su suerte puede ser trágica porque están obligados a sacar a la luz aspectos íntimos muy importantes de su vida sexual.