Un payaso escala la enorme cruz del Valle de los Caídos mientras una mujer que le ayudaba cae al vacío al desenredarse de una larga tela roja. Es una escena clave de "Balada triste de trompeta", una de las películas que usó el lugar donde aún está enterrado Franco como escenario para historias descabelladas.

Alex de la Iglesia encontró en el monumento franquista que construyeron miles de presos políticos la metáfora perfecta para situar una parte importante de su historia de amores, odios y rencores protagonizada por unos siniestros payasos en un filme de 2010 que triunfó en la Mostra de Venecia.

Pero no fue el único que buscó en al mausoleo un lugar de rodaje o de inspiración para historias literarias.

Incluso hay una comedia, "Y al tercer año, resucitó", basada en la obra de Fernando Vizcaíno Casas, que fantasea con la resurrección de Franco desde su tumba en el Valle de los Caídos y con la histeria colectiva que este hecho provoca en la población. Primero fue un éxito literario, con más de 700.000 ejemplares vendidos, y luego repitió en el cine, con un elenco lleno de los rostros populares de aquel 1980: José Bódalo, Florinda Chico, Mary Begoña, Antonio Garisa, Tip y Coll y hasta José Sancho haciendo de Adolfo Suárez.

Salía poco el tremendo monumento que Franco mandó construir para honrar a los caídos en la Guerra Civil y que se convirtió rápidamente en un símbolo de su poder y punto de encuentro para los nostálgicos de la dictadura cuando pasó a ser su lugar de entierro.

Un entierro que en "Espérame en el cielo" (1988), de Antonio Mercero, pasa a ser el de Paulino (Pepe Soriano), un ortopedista tan parecido a Franco que se ve forzado a ser su doble en múltiples ocasiones, incluso en su tumba. Chus Lampreave, su mujer, se convierte en una seguidora de Franco para poder ver a su marido aunque sea en imágenes del No-Do, y pasa a ser visitante asidua del Valle de los Caídos tras su muerte.

Pero si hay una película que muestra la sinrazón de un monumento creado a mayor gloria del dictador y en el que trabajaron muchos inocentes, esa es "Los años bárbaros" (1988), de Fernando Colomo, basada en un hecho real que se había contado previamente en una novela. Es una adaptación libre de la fuga del valle de Manuel Lamana y Nicolás Sánchez-Albornoz, dos estudiantes condenados a ocho años de trabajos forzosos por realizar una pintada en la que reclamaban una universidad libre.

Jordi Mollá y Ernesto Alterio fueron los protagonistas de esta historia que es la más realista sobre lo que supuso la construcción del valle, conocido popularmente como Cuelgamuros.