Es cierto que en la actualidad el pavo forma parte de la dieta más habitual, que está dentro de la lista de alimentos saludables y más bien austeros. Sin embargo, por Navidad el pavo se convierte en el protagonista de la mesa por excelencia, relleno de los más diversos ingredientes. Nada que ver con la monacal pechuguita a la plancha que tomamos a menudo.

En fiestas, el pavo se convierte en un suculento manjar con mil sabores y un relleno que variará notablemente de una zona a otra. Además, necesitará una cocción prolongada y un cierto savoir faire para que quede en su punto. Dentro del pavo puede haber cebolla, pimiento, pasas, ciruelas, manzana, carne picada. Un universo de sabores que combinará de maravilla con el resto del menú navideño.

El pollo, de la mejor calidad, comparte protagonismo en muchas mesas, aunque el pavo sigue siendo la elección clásica. Y no sólo en España. En cualquier caso, se trata de una carne rica en proteínas, hierro, zinc, vitamina B, etcétera. Con poquísima grasa y un valor nutritivo notable. Por supuesto que su aporte energético no tiene nada que ver con la ligereza del pavo que se toma cotidianamente. Tampoco su sabor y su textura.

Además, la Navidad no es época para contar calorías…

-Un poco de trufa en el relleno puede conferir al pavo un sabor sutil y festivo.

- Las sobras de pavo pueden aprovecharse los días posteriores para elaborar una ensalada. Unas tiritas de pavo, escarola y unos dados de manzana aderezados con salsa de yogur serán un perfecto primer plato.

-El pavo queda más jugoso y aromático si se rocía con jerez seco antes de rellenarlo.

-Para que el pavo resulte sabroso y digestivo se puede rellenar de manzana, ciruelas y piñones. La manzana da un toque refrescante al plato, y su toque dulzón combina con el pavo. El mismo relleno puede servir para el pollo.