Los consumidores no siempre tienen clara la información de las etiquetas nutricionales, ni tampoco cómo interpretarlas, por lo que son muy importantes todas las ayudas al respecto que podamos hacer llegar.

El etiquetado nutricional recogido en las etiquetas de los alimentos muestra datos importantes para los consumidores, en primer lugar el valor calórico o valor energético que aporta al organismo ese alimento, expresado en KJ (kilojulios) y en Kcal (kilocalorías), es decir, las calorías (la energía) que obtiene nuestro organismo al ingerir un alimento.

En segundo lugar, la composición de determinados grupos de nutrientes (grasas totales y saturadas, hidratos de carbono y azúcares, proteínas y sal). "Todo ello es importante para que nuestra dieta sea lo más saludable posible y podamos evitar o reducir la probabilidad de aparición de enfermedades relacionadas con la alimentación, como la obesidad, o la hipertensión, por ejemplo", explica Iñaki Larrea, secretario de la Sociedad Española de Seguridad Alimentaria (SESAL).

Según indica, los alimentos están compuestos por diversos tipos de nutrientes, como los carbohidratos, las grasas, las proteínas, los minerales, o el agua, entre otros. A su vez, dentro del grupo de los carbohidratos, dice que estarían los almidones, los azúcares y la fibra. Anteriormente, señala que el etiquetado nutricional se presentaba mostrando estos grupos pero, a raíz de la entrada en vigor del Reglamento 1169/2011, se exige más concreción por ejemplo indicando no sólo los carbohidratos, sino también los azúcares.

Cómo saber cuándo un alimento es más sano

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Entre los alimentos que encontramos en el mercado, Larrea subraya que hay mucha diversidad respecto a sus composiciones nutricionales, de forma que hay alimentos más sanos, y otros que no por sus contenidos en grasas, azúcares, o sal, por ejemplo, y que debemos controlar (moderar) su consumo y no sobrepasar unas ciertas frecuencias.

Así, explica que el etiquetado nutricional se expresa siempre por 100 gramos o por 100 mililitros, según sea un alimento sólido o líquido. Además, precisa que hay varios datos que son obligatorios: valor energético, cantidad de grasas, cantidad de ácidos grasos saturados, cantidad de hidratos de carbono, cantidad de azúcares, cantidad de proteínas y cantidad de sal.

¿Qué debemos mirar en una etiqueta?

- La fracción dulce: Si la cantidad de azúcar es muy elevada, seguramente el producto lleva azúcares añadidos. Suele ser habitual en bollería industrial, helados, dulces, pero también lácteos y embutidos.

- La fracción de grasas saturada: Es importante identificar si hay presencia de aceite de palma, una de las grasas saturadas más nocivas para nuestra salud.

- Los gramos de sal: Si un producto lleva dos gramos de sal por cada cien gramos, ya estamos en porcentajes altos. Hay que potenciar el consumo de productos bajos en sal.

- La proporción de fibra vegetal: Para que un alimento sea saludable debería tener una porción de fibra vegetal entre el 3% y el 10%.

- La fracción proteica: Si vemos que algunos productos hechos de carne tienen una fracción proteica muy baja, comparada con otros del mismo lineal, deberemos sospechar.

Información complementaria

Además de esta información (obligatoria), dice que los envasadores pueden aportar otros datos de forma voluntaria, como por ejemplo los ácidos grasos mono y poliinsaturados, la fibra, y ciertas vitaminas y minerales, pero para ello deben estar presentes en el listado recogido en el Anexo XIII del Reglamento 1169/2011 de Información al Consumidor.

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"Para poder interpretar esta información nutricional, y que el consumidor pueda comprender mejor los datos recogidos en las etiquetas, hay que tener en cuenta que ha habido confusión con los valores, ingestas, o siglas por ejemplo, así que para no liar más al consumidor, lo importante es tener en cuenta que hay un valor de referencia básico, que es la ingesta de referencia", precisa el experto.

De hecho, concreta que este dato aparece recogido de forma oficial en el Reglamento 1169/2011 de Información al consumidor, donde aparecen las siguientes ingestas de referencia: valor calórico 2000 Kcal., grasa total 70 gr., ácidos grasos saturados 20 gr., hidratos de carbono 260 gr., azúcares 90 gr., proteínas 50 gr., y sal 6 gr. "Ésas son las cantidades que debe ingerir un consumidor medio a diario. Y con ese dato, los fabricantes indican de forma voluntaria y complementaria a los datos obligatorios, el porcentaje de esa ingesta de referencia que obtenemos cuando consumimos ese alimento", apostilla.

La importancia de la conservación y la caducidad

En las etiquetas, Larrea destaca también que no sólo debemos tener en cuenta la información nutricional, ya que hay más datos importantes, como por ejemplo, la forma de conservación, las fechas de caducidad o de consumo preferente, la relación de ingredientes, la forma de consumo, o el peso, por ejemplo.