Los pimientos se asan en el horno y después se sumergen en un recipiente con agua fría, lo que permitirá pelarlos con facilidad. Después se cortan por la mitad, a lo largo, y se les quitan las semillas. Se colocan sobre un papel absorbente para que se sequen bien. A continuación, se pasan a una fuente donde se les añade el ajo machacado, unas hojitas de romero, las anchoas, las alcaparras y las aceitunas. Se sazonan con sal y pimienta y, por último, se rocían con vinagre y aceite. La fuente se cubre con papel de aluminio y se introduce en la nevera, por espacio de 24 horas, para que maceren bien los pimientos. Sin más, se sirven.