Opinión
Los manuscritos del Mar Muerto
En 1954, los días 1, 2, y 3 de junio en el Wall Street Journal se insertaba el siguiente anuncio:
“Se venden manuscritos bíblicos provenientes al menos del 200 a de C. El lote podría ser un regalo ideal, de un individuo o de un grupo para una institución científica o religiosa. P.O. Box 206”.
Estos manuscritos han llegado a nosotros directamente sin intermediarios de diversos copistas y múltiples manos que hubieran podido alterarlos con el correr de los siglos, como es normal en la transmisión de textos antiguos. Son un testimonio directo para nosotros de quienes los escribieron hace dos mil años o más desde el siglo III a. de C. hasta la mitad del siglo I d. C. El estudio paleográfico de su escritura y la prueba de carbono 14 han determinado que todos los manuscritos hallados en las cuevas de Qumrán han sido copiados en ese lapso de tiempo. Son un testimonio de primera mano. Nos enseñan muchísimo sobre el Nuevo Testamento y su entorno: sus personajes, sus ideas religiosas, su manera de expresarlas. Estos pergaminos nos plantean múltiples interrogantes y afectan a todos los estratos en los que solemos dividir los estudios del Nuevo Testamento, la lengua, las cuestiones literarias, sociológicas, históricas, y teológicas.
El profesor Jaime Vázquez Allegue no ha realizado un trabajo sino algo mucho más importante. Con su esfuerzo nos sitúa en una fecha importante, como ha sido 1947 al escribir Los manuscritos del Mar Muerto. Un texto que no dejará a nadie indiferente ni a los que han estudiado este tema tan interesante, como esas personas que se introducen por primera vez en él. Presenta sus conocimientos alcanzados a través de biblista, teólogo y, como complemento, periodista.
Será presentado en la Facultad de Humanidades del Campus de la Universidad en Ferrol el próximo día 2 de junio.
David Ben Gurión proclama la creación del Estado de Israel. Ese mismo día se iniciaba el conflicto más longevo de la historia reciente: la lucha entre palestinos y judíos por la propiedad de la tierra que comparten. El primer ministro hebreo comprendió que los manuscritos no solo eran un importante hallazgo arqueológico, sino la mejor demostración de que aquella tierra de la que había sido expulsados era de los judíos desde tiempos inmemoriales.
Los monjes de Qumrán elaboraron sus textos con gran exactitud ya que apenas se desvían del texto masorético de la Biblia y además son muy importantes para la comprensión e interpretación del Nuevo Testamento. Muestra el Evangelio de Juan una utilización del lenguaje muy similar a los manuscritos del Mar Muerto. Las Epístolas de Pablo también muestran la influencia que ejerció la literatura de los esenios de esta época, de la que se pueden encontrar paralelismos en todos los libros del Nuevo Testamento. De todo esto trata este libro.
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