Opinión | Shikamoo, construir en positivo

Tatuajes

Un nuevo saludo para toda la comunidad de lectores y lectoras del periódico. Espero que estén todos y todas ustedes fenomenal. Y, con ello, me refiero al conjunto de factores físicos, psíquicos y de bienestar que conforman el abanico de lo que entendemos por salud. Ojalá que, como les digo a menudo, los hados les sean propicios y su vida transcurra por derroteros de paz, sosiego y tranquilidad.

Dicho esto, hoy les propongo una reflexión en el ámbito del cuidado de la salud física y desde luego muy de actualidad. Hablaremos de tatuajes, relacionándolo con algunos riesgos derivados de tal práctica, muy de moda hoy. Y es que es noticia la incautación de abundante material en la ciudad para la realización de tatuajes en color, después de que fuese detectada la importación y utilización de productos cuya situación es irregular en términos de homologación sanitaria. No nos centraremos aquí en los riesgos asociados a una posible mala praxis en la realización de los mismos, de la eventual problemática relacionada con el riesgo sanitario de cualquier intervención de tal tipo sin las debidas garantías. Suponiendo absoluta profesionalidad y buen hacer en el sector, cuestión que en muchos casos se cumple de forma taxativa y sin fisuras, el tatuaje en sí tiene otros riesgos. Y esos deben ser conocidos por el conjunto de la población, para que cuando la persona toma la decisión de adornar su piel con una de tales creaciones sea consciente de ello. Tampoco me referiré a la evolución posterior del aspecto del tatuaje en el cuerpo, o a los posibles gastos y problemas asociados al hipotético deseo de su eliminación. Lo que es evidente es que todo lo que suponga perforar la piel es una práctica quirúrgica. Y la cirugía, que obviamente es algo maravilloso cuando es absolutamente necesario, tampoco es inocua y tiene sus riesgos y contraindicaciones, así como posibles complicaciones. Infecciones, por ejemplo, derivadas de una mala curación de las heridas producidas en el acto de tatuar. Pero también es posible la formación de un granuloma, zona inflamada alrededor de la tinta del tatuaje, que no deja de ser algo extraño para el organismo. Los tatuajes también pueden provocar queloides, áreas más elevadas en la piel causadas por un crecimiento excesivo de tejido cicatrizal, subsiguiente a la resolución de la herida infligida.

Cuando se tatúa se introduce una tinta en el organismo que tiene la potencial capacidad de interaccionar con él. ¿Qué significa esto? Pues, por ejemplo, la posibilidad de que el cuerpo reaccione con un proceso de tipo alérgico, como el referido granuloma. O, alternativamente, que se produzcan contaminaciones en los tejidos adyacentes o, incluso, de tipo sistémico, en función de la calidad y composición de las tintas. Algunas de las sustancias empleadas para tatuar pueden contener, por ejemplo, metales pesados. Y estos, en determinadas concentraciones, pueden ser muy nocivos para el organismo. Mucho.

La posible interferencia de las tintas utilizadas en determinados procedimientos y técnicas de imagen diagnóstica que se requieran en un futuro también merecería ser tenida en cuenta cuando la persona toma la decisión de tatuarse. Pero, si aún así, prima el factor estético percibido y se opta por seguir adelante, es bueno informarse, ser cauto y entender qué significa el paso dado y cuál es su alcance. Piensen, por ejemplo, que yo he conocido realidades en otras latitudes donde el portar determinados tatuajes implica menores o incluso nulas oportunidades en el mercado laboral. No se trata de demonizar o menoscabar una práctica, ni mucho menos, pero sí que se acceda a ella de forma consciente e informada, no solamente mediatizada por lo que se cuenta en las redes sociales o por parte del sector que tiene intereses en ello.

Es verdad que, en nuestro entorno, los centros que tatúan son sometidos a estrictos controles, de lo que es buen ejemplo la operación referida al comienzo de esta columna. Por eso si es usted de los que han decidido tatuarse hágalo, sin ninguna duda, en un centro autorizado y convenientemente acreditado. Y nunca fruto de una decisión sobre la marcha e improvisada, en un sitio diferente de tal instalación protegida. Porque ahí sí que se la está usted jugando, sin necesidad alguna de ello.

Ya saben... Belleza, la que quieran... Pero, antes, salud...