Miro el ranking de programas más vistos de la semana pasada y se me cae el alma a los pies. Del 1 al 9 se alinea GH Dúo en todas sus variantes, en formato gala o exprés. Completan el decálogo varias ediciones de noticias de Telecinco y cerrando la tabla, 'El Hormiguero' del día que lo visitaron Hugo Silva y Nathalie Poza (de lo cual me alegro mucho por ambos dos y por Koldo Serra). Viendo el top ten, que al contrario que otros yo sí me creo a pie juntillas, porque estimo que las audiencias reflejan una realidad y no un simulacro de la misma, me planteo si de una vez por todas las televisiones públicas no tendrían que dejar de pelearse tanto por las cifras, y plantearse de una vez por todas hacer buena televisión. Y dejarse de tonterías.

En muchas ocasiones, en sentido literal (con perdón). Sé que el debate entre las públicas y las privadas es largo y acalorado. Pero hay que pensar con la cabeza fría y retrotraerse en el tiempo. Quien tenga dudas sobre los gustos de la gente, que se imprima el tablón de audiencias de las últimas semanas y se lo cuelgue con una chincheta frente a su ordenador. Vivir en un país donde los programas más vistos son los que refleja el top ten es duro.

Pero dirigir una cadena pública que trate de medirse con dichos programas tratando de superarlos en audiencia es poco menos que misión imposible. Chicho, Íñigo, Amestoy, García Tola, Félix, Lolo Rico, y Gaby, Fofó y Miliki ya son historia de la edad de oro de la televisión. La 1 debe reinventarse, sí. Pero olvidándose de una vez por todas del top ten. La 1 no es el teatro Lope de Vega de El rey León, sino el Pavón Kamikaze. Obre en consecuencia.