Aunque las crónicas daban a Juego de Tronos como la gran ganadora de la gala de los Emmy del 2018, los premios por excelencia de la televisión norteamericana no han querido dejar de lado a la temporada final de The Americans distinguiéndola con dos galardones. La serie de la Fox era una de las mejores del género de espionaje que se podía ver hasta ahora en la pequeña pantalla.

Poco antes de que empezara el verano, los espías soviéticos que durante seis años nos mostraron cómo se libró la guerra fría durante los años 80 se despedían de nuestras vidas con un emotivo episodio final. El guión de este último capítulo obtuvo el premio al mejor guión, mientras que Matthew Rhys logró el de mejor actor de drama. Su compañera de reparto Keri Russell también aspiraba a la estatuilla a la mejor actriz. De hecho, diría que el premio se lo merece más ella que él. Pero la competencia era mucho más dura, ya que tenía enfrente ni más ni menos que a Elisabeth Moss por The Handmaid's Tale, a Sandra Oh por Killing Eve, a Evan Rachel Wood por Westworld, a Tatiana Maslany por Orphan Black y a Claire Foy por The Crown. Esta última fue finalmente la que se llevó el gato al agua. La categoría de mejor actriz no podía estar más disputada.

Tanto Rusell como Rhys, que también son pareja en la vida real, habían estado nominados durante los dos años anteriores al mismo galardón, pero no habían podido conseguirlo. Así que esta vez era la oportunidad definitiva. Ahora o nunca. Los dos enfrentados por el Emmy y sus personajes también enfrentados en el argumento de la temporada final de la serie. Todo apuntaba a que durante este último año íbamos a ver un enfrentamiento entre los Jennings, con cada uno posicionado en las distintas facciones en las que se dividieron los servicios secretos rusos en la era de Gorbachov y la perestroika.

Sin embargo, en el desenlace la serie dio un giro para centrarse en uno de los momentos que todos los espectadores esperaban prácticamente desde los primeros episodios. Y así ha cogido velocidad de crucero para dirigirse al inevitable final, que ha sido algo más feliz de lo que cabría suponer pero, al fin y al cabo, amargo y agrio.

A partir de ahora hablaremos sobre el argumento de las últimas temporadas, por lo que alguno podría encontrarse con lo que se consideran spoilers. Así que lo repasaremos por encima, pero de manera muy somera para que no haya disgustos. La cuarta temporada había sido una de las mejores de The Americans y había empezado a encarrilarla hacia su final. Sin embargo, la quinta se hizo hasta indigesta para los más incondicionales. Esta temporada coincidió en el tiempo con el estropicio de la llegada de Negan en The Walking Dead, por lo que muchos tenían sensación de déjà vu.No era fácil contar el hastío que los Jennings empezaban a sentir

hacia su trabajo. Especialmente, el personaje de Phillip que acababa anunciando su retiro de la profesión al final de dicha temporada, para dedicarse a ser un simple agente de viajes. Muy lejos habían quedado esos días en los que pensaba que, con su trabajo para los servicios secretos soviéticos como agente durmiente en la norteamérica de Reagan, estaba librando una guerra por conseguir un mundo mejor.

Lo cierto, era que cada vez estaba más claro que no estaba cambiando nada y por el camino acababan haciendo sufrir a personas inocentes. Mientras él cada vez está más hastiado de esa vida, su esposa Elisabeth parace hacer perdido el sentido de la realidad y se va mostrando más fanática y sanguinaria. Quizá es su manera de reafirmarse en lo que está haciendo y evitar plantearse que todos los años que ha estado librando su guerra no han servido para nada. El relato de esta evolución de los personajes no podía hacerse de un episodio para otro y era un plato que debía cocinarse a fuego lento. Por eso la quinta temporada llegó a ser muy aburrida. A ello tampoco ayudaba que abundaban escenas de intrigas en la Unión Soviética de personajes que uno no entendía muy bien por qué seguían saliendo en la serie y en tramas que tampoco llegaban a ningún sitio.

La sexta y última temporada arrancaba con la crisis del matrimonio Jennings. La pareja casi ni se habla, pero sigue aparentando ser felices ante sus hijos y sus amigos. Todo hasta que Phil es sacado de su retiro voluntario por un antiguo superior, quien le encarga vigilar a su esposa tras alertarle de que ella está trabajando en una facción de los servicios secretos rusos que conspira por acabar con Gorbachov y su perestroika.

A lo largo de la temporada todo apunta a que vamos hacia un enfrentamiento definitivo entre la pareja, pero esto da un vuelco en los últimos episodios. La crisis matrimonial empieza a traslucir al exterior y va agrietando la perfecta fachada que la pareja se había construido para hacerse pasar por la típica familia media norteamericana. A lo largo de los años han ido dejando un rastro de migas de pan que, cuando empiezan a comportarse de manera anómala, es inevitable que alguien lo acabe encontrando y descubra la verdad.

Desde el primer episodio, estaba bastante claro que tarde o temprano llegaría ese momento en que Stan Beeman, el agente del FBI interpretado por Noah Emmerich, averiguaría que sus vecinos y amigos no eran las personas que aparentaban ser. Algo que ya vimos en Breaking Bad, cuando el agente de la DEA Hank Schrader (Dean Norris), averiguaba a qué se dedicaba su cuñado. Aunque no hay un solo disparo, ni luchas, ni momentos trepidantes, la escena en que Stan encañona a los Jennings en un parking mientras éstos tratan de huir es una de las que más tensión han generado en la temporada televisiva.

Una secuencia que se prolonga durante más de diez minutos y que es muy intensa. Es el momento en que las cartas caen sobre la mesa y se pone fin a una relación de mentiras y verdades a medias. The Americans, en sus secuencias finales, acaba por poner el énfasis sobre los sentimientos de las personas y el peso de la amistad, en vez de dejar que éstos se conviertan en intrumentos ejecutores de los gobiernos a los que sirven. En medio de las escenas del climax nos meten además dos temazos que son himnos de los años 80, como son el "Brothers in arms" de Dire Straits y el "With or without you" de U2 que refuerzan la emotividad de escenas que ya lo eran de por sí, sin necesidad de acudir a la música. Es la prueba de que una serie de espías también te puede arrancar los lagrimones.

Los Jennings se nos han ido, pero el último episodio deja los suficientes cabos sueltos como para que alguien en un futuro pueda retomarlos algún día. Mientras tanto, para los nostálgicos de los relatos de espionaje de la guerra fría, el próximo 19 de octubre se estrena la segunda temporada de Deutchland y que está protagonizado por un agente de la Alemania del Este que debe infiltrarse en su país hermano. La acción dará un salto hasta 1986 (la primera temporada transcurría en 1983) y todo apunta a que vamos a tener nuevas entregas de esta serie en un futuro. Mientras tanto, ¿quién sabe? Quizá alguien se decida a sacar de su retiro a los Jennings.