Pero qué bien se lo va a pasar Màxim Huerta. La que le espera. No va a haber entrega de premios, conmemoración o evento que se pierda. Para eso ha sido elegido. Para poner cara a un Ministerio, el de Cultura, desaparecido durante tiempo; y cuando visibilizado, en menudos rostros (Wert, Aguirre, Rajoy€). Para entendernos, Huerta es la continuación natural de la etapa de Ángeles González Sinde. Donde el ministro se ocupa de representar al gobierno en la Nación y el extranjero con su presencia, mientras los segundos cargos en el escalón se ocupan de hacer política.

En teatro, Màxim Huerta se estrenará el 18 de junio en los XXI Premios Max; en cine, será el encargado de entregar el Premio Nacional de Cinematografía el 22 de septiembre en el Festival de San Sebastián. Y en televisión, no sería de extrañar que acudiera el 8 de septiembre a Vitoria, a celebrar el décimo aniversario del FesTVal.

Pero entre medias no dudemos que Huerta tratará de ser ubicuo para estar allí donde se le demande. Gozoso como el primero.

Aunque parezca una menudencia, a mí siempre me chocó que Màxim se quitara la 'o' de su nombre con motivo del cierre de una etapa profesional. Cuando presentaba los informativos en Telecinco era Máximo. Al programa de AR entró como Màxim. Más chic. Más glamouroso.

Màxim Huerta era una marca para el escritor que por aquel entonces llevaba dentro.

Recordemos que allá por 1994, cuando Máximo Huerta arrancó su carrera profesional, se estrenó Lo + plus, en donde Máximo Pradera se convirtió en un icono televisivo del sarcasmo y la mordacidad. En su defensa debo decir que Màxim Huerta tiene una cabeza tan buen amueblada como la de Pradera, y que por si fuera poco, en las distancias cortas desprende bastante más bonhomía que el madrileño. Apuesto por que va a conquistar a muchos.