Ha sido ídolo juvenil, sex symbol sin fronteras, actor ocasional, cantante superventas, e incluso uno de los primeros españoles en hacer uso de la ley que da cobertura al matrimonio homosexual. Con un bien ganado prestigio como presentador, forjado a base de horas y horas de televisión de éxito, a las que ha sumado recientemente el concurso Uno para ganar, el coruñés Jesús Vázquez, a sus 46 años, mantiene la hoja de servicios impoluta tras la aventura por tierras africanas que ha vivido en los últimos meses al frente del programa de telerrealidad Pekín Express. Le ha permitido constatar que hay lugares en el mundo en que la desigualdad entre hombres y mujeres está enraizada en el tejido social.

"Conocía esa realidad a través de mi trabajo como embajador de buena voluntad de las Naciones Unidas, pero lo cierto es que las condiciones de las mujeres allí son durísimas. Soportan la carga familiar y la carga laboral, las labores del campo, con una resistencia impresionante y, además, siendo objeto de una enorme discriminación que llega, como es sabido, a la mutilación genital en algunas zonas. Pero es tal su fortaleza, que aprovechan las oportunidades, los microcréditos que se les ofrecen para que creen pequeños negocios para subsistir. La mujer es la gran protagonista del continente y la que puede hacer que salga adelante en un futuro".

Habla también sin medias tintas de las diferencias entre hombres y mujeres que se manifiestan en España en el entorno laboral y que alejan a las mujeres de los grandes puestos directivos "como si hubiese un techo de cristal que todo el mundo conoce y que no les permite todavía acceder a ese coto donde sólo cazan los hombres. En cualquier caso, ellas llegan a las posiciones de poder, en la mayoría de los casos, mucho más relajadas que los hombres, porque no aspiran a ser, como ellos, el gallo del gallinero. Aunque algunas se contagien de esa prepotencia y esa arrogancia que acompaña a muchos varones cuando tienen la sartén por el mango".

No cree que le envidien nada al hombre "ni tienen por qué, ya que saben que son más duras, más resistentes y más valientes que nosotros, que en cuanto estamos un poquito enfermos nos comportamos como unos cagaos. Si acaso, la libertad. Eso tan importante que hace que un chaval que haya pasado por muchas camas sea el más jaleado del lugar, mientras que si es una chica, ha de cargar toda su vida con las cuatro letras. El sexismo existe hasta en el lenguaje: un zorro no es lo mismo que una zorra, como una mujer pública no es lo mismo que un hombre público. El hombre tiene el privilegio de la tolerancia. Se le permite todo".

Confiesa haberse entendido siempre mejor con las mujeres "porque, en mi caso, no existe tensión sexual, lo que facilita todo", comenta divertido. Una reflexión que extiende al estereotipo del amigo gay que muchas mujeres suelen tener cerca "y que tiene su parte de profundidad, porque no dejamos de ser minorías en lucha permanente, y su parte de frivolidad, que es también muy importante en el día a día. Les gusta tener al lado a un hombre que les alaba el gusto en moda, que sabe de complementos, de marcas de bolsos y de zapatos. Es divertido, y si lo es, ¿por qué no?".

Tampoco es que, según subraya, no haya fricciones entre la mujer y el hombre homosexual ya que ellas han contribuido, en ocasiones, "a perpetuar matrimonios absurdos, manteniendo en el armario a sus maridos pese a ser conscientes de estar viviendo una vida de mentira de la que son a la vez cómplices y víctimas. Para salir de casa de sus padres, para no quedarse solteras, para ser aceptadas socialmente. Pero en cualquier caso, es muchísimo más lo que compartimos que lo que nos separa".

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