Han encontrado un filoncillo en Tú sí que vales, con aceptables datos de audiencia sin embarrarse demasiado entre esputos, y es lógico que no quieran dejar escapar el bocado. A temporada muerta, temporada puesta. De una semana a otra. Pero una semana para la tele no es como una semana para el resto de mortales. Si nos fijamos

en la imagen de Risto Mejide en los últimos días como jurado de la primera temporada advertimos que su pinta es la de siempre, es decir, cráneo rasurado para endurecer el gesto y enfatizar su leyenda de tipo duro, supongo, además de porque le dé la gana. Pues bien, a la siguiente ya tenía un matojo con cresta, el que luce hoy. Hilario Pino, de cuya mata también nos fijamos aquí, es distinto. Su alopecia está datada hasta en los guiñoles, cuando hacía los informativos de Canal Plus. Sus entradas la llegaban a la nuca. Pero eso cambió. Ahora, después de pasar por el quirófano, el periodista de Cuatro enseña tal melena que cuesta reconocerlo.

Volvamos a Tú sí que vales. ¿Siguen el concurso? Yo tampoco. Veo pedazos, cachillos, recupero momentos. ¿Han visto las intervenciones de un tipo que se hace llamar El Sevilla? Lleva barba, pelo rizado que a veces se ata en coleta, camisetas apretadas al barrigón, y pantis que le ciñen la cosa. La imagen es terrible. Me produce tal repulsión que apenas aguanto unos segundos si aparece este señor que vende como humor lo que no es más que necio y huero desparpajo de sevillano que se cree gracioso. Forma parte de Mojinos escozíos, grupo pachanguero con letras para tarugos. Lo sacan en esa cosa que los tragaldabas del idioma, simplones y catetos, llaman backstage. Éste, ni detrás del escenario tiene sentido. Hay quien, se haga lo que se haga, no cambia.