Aunque Fariña en Antena 3 alcanzó la friolera de más de tres millones de espectadores, Netflix estrenó la semana pasada la temporada al completo de esta serie. Su carrera comercial no puede darse ni mucho menos por agotada en este nuevo medio, ya que, a través de la plataforma en streaming, podría beneficiarse de un inesperado boom internacional, como ya le pasó a La Casa de Papel. Fariña tiene la calidad más que suficiente para volver a repetir ese pelotazo. La serie es una radiografía al mundo del narcotráfico gallego durante la década de los 80. La vida de Sito Miñanco (interpretado en la pantalla por Javier Rey) se codea de esta manera con las biografías de otros narcos mediáticos que forman parte del catálogo del gigante on line, como Pablo Escobar y El Chapo Guzmán. Las vidas de unos y otros se cruzan y casi parece que todas estas series sean spin offs de Narcos. Cocaine Coast es el nombre que ha recibido la serie para su difusión en el extranjero. Debe ser que lo de Fariña debe ser difícil de explicar fuera de nuestras fronteras. Pocos días después del estreno en Netflix, la historia ha vuelto a ponerse de actualidad, ya que esta misma semana han vuelto a detener a Manuel Charlín, patriarca del clan de los Charlines y que, por supuesto, aparece en la serie y está interpretado por Antonio Durán Morris.

La decisión judicial adoptada el pasado febrero de secuestrar cautelarmente el libro de Nacho Carretero en el que está basada la serie disparó la expectación en la adaptación televisiva de sus páginas. La retirada de la obra de las librerías fue consecuencia de la demanda presentada por el ex alcalde de O Grove, Alfredo Bea Gondar, porque en él se le llama narcotraficante. Al demandante le ha salido el tiro por la culata. El libro llevaba ya tres años publicado. Todos los que no sabían nada de su existencia, ahora ya sí. No hay nada como que se intente censurar algo para que inmediatamente a todo el mundo le entren ganas de leerlo. Antena 3, por su parte, aprovechó el revuelo causado por el secuestro del libro para adelantar la emisión de la serie. Y le fue bastante bien. El secuestro judicial no afectó a la emisión, ya que el juzgado rechazó expresamente la petición de estudiar el guión por si el citado político aparecía o no en el argumento.

Como guinda, el juzgado archivó la demanda pocos meses después al entender que, no sólo no había nada injurioso en el libro, sino que todo lo que en él se contaba estaba basado en hechos que la propia Justicia consideraba probados. La aparición en el libro del ex alcalde en el libro se produce en apenas un par de páginas y a su personaje no lo he reconocido en la serie, porque en ella tiran un poco más alto. A la hora de abordar la relación entre los narcos gallegos y la política (y más concretamente la antigua Alianza Popular), se pasa un poco de puntillas. Pero estar, está. Según lo que vemos en la serie, estas relaciones se ven más cuando los clanes de la ría se dedicaban sólo al contrabando de tabaco y parte de estos beneficios iban a financiar campañas electorales. Hay una escena en las que se alude veladamente a un tal don Manuel y hasta a un tal don Mariano. Y hasta ahí puedo leer. Como en The Wire, parece que eso de seguir el rastro del dinero puede dar a alguno muchas sorpresas.

Ahora hay que esperar para saber cuál va a ser el funcionamiento de la serie en Netflix, sobre todo fuera de nuestro país. Fariña es un producto que tiene una calidad tan alta como otros títulos de su catálogo. Para la industria audiovisual española, casi sería un sueño que se repitiera el fenómeno de La Casa de Papel, serie que funcionó bien en Antena 3 a pesar de que se puso en el punto de mira de los apologistas de los boicots. En Netflix, no sólo fue un título redescubierto para el público español. Se convirtió en el título en lengua no inglesa más visto de la plataforma. No sólo se van a encargar de la tercera temporada, fagocitando la serie como hicieron con Paquita Salas. También han encargado a su creador, Alex Pina, un nuevo título: White Lines. En él se narrará el misterio en torno a la desaparición de un famoso DJ en Ibiza y cuyo cadáver es encontrado veinte años después flotando en el mar. En este panorama, no es casual que A3 Media haya sucumbido al clamor de reducir a 50 minutos la duración de sus series, adaptándose así a los estándares internacionales. Todo se hace con vistas a poder exportarlas.

No es difícil que el éxito se repita, aunque Fariña es una serie mucho más ambiciosa que La Casa de Papel. Sería muy injusto el limitarse a colocarle la etiqueta de un Narcos a la española. La serie nos cuenta el ascenso y caída de Sito Miñanco durante la década de los 80 en España, mientras que con precisión casi documental nos muestra quién era quién ese mundillo y nos da las claves para entender cómo funcionaba. Justo la primera escena del episodio piloto nos muestra el final de la serie, ya que arranca con la Operación Nécora. Un momento que supuso un antes y un después en la lucha contra la droga en España y en el que cayeron una serie de personas que, hasta el momento, se creían intocables.

Los narcos gallegos no son como los colombianos. "Nosotros al único Escobar que conocemos es a Manolo", responden cuando escuchan hablar por primera vez de un tal Pablo que desde Colombia intenta abrir mercados para su cocaína en Europa. Los capos gallegos tienen claro que la violencia es mala para el negocio y mientras no haya sangre las autoridades no les molestarán. De hecho, en sus pueblos son vistos casi como una especie de Robin Hoods y benefactores que dan un trabajo a gentes que viven del mar y a quienes las restricciones pesqueras impuestas por la Unión Europea les dejan al borde de la subsistencia. El propio Sito Miñanco se enfrenta con los colombianos para no aceptar sus violentos métodos. Es de destacar también el papel de las mujeres de estos narcos, que tienen un papel mucho más activo en los negocios que el que se ve en otras series.

Aunque se trata de una historia cerrada, los productores no descartan que la historia pueda continuar en el futuro en una segunda temporada. No hay más que echar un vistazo a las páginas de los diarios para darse cuenta de que la historia ha seguido avanzando. Hubo quien pensó que el último capítulo podría ser el momento del secuestro del libro, pero la última detención de Manuel Charlín obliga a replantearse este extremo.