El primer borrador de Del color de la leche salió de las manos de Nell Leyshon como una historia que siempre hubiese estado allí. "Fue increíble, una locura, aunque después tuve que trabajar muchísimo", dice la escritora británica, cuyo primer bosquejo de la obra tardó apenas unas cuantas semanas en nacer. La novela final es muy distinta al boceto inicial aunque con su misma protagonista, Mary, una joven granjera de 1830 que se ve obligada a ir a servir a la casa del vicario. La presentará esta tarde en la librería Moito Conto, donde se encontrará con sus lectores a partir de las 19.30 horas.

- La historia surge de preguntarse sobre lo que ocurriría si una joven de clase baja hubiera sabido leer y escribir en el siglo XIX, ¿cómo llegó a esa cuestión?

-Me hago preguntas así todos los días [se ríe]. Es un hábito desde mi niñez. Me encanta mirar las cosas desde el punto de vista de personas diferentes, porque ya sé cómo es el mundo desde el mío.

- En el origen de la historia también influyó el tiempo que pasó trabajando con gente marginal, ¿de qué modo le ayudó esa etapa a escribir su novela?

-Trabajar durante 10 años con todo tipo de personas, con exdrogadictos, presos? Me permitió entender muchos puntos de vista, y también un poco más a las clases bajas. Si estás en una clase baja, no es porque no tengas inteligencia o imaginación, no siempre es culpa de la gente. Lo que ocurre es que es muy difícil subir desde ahí.

- La educación es un arma, pero en su libro se convierte en un camino turbio para Mary...

-Sí, ese es el punto central del libro. Tener educación para ella es su final. El vicario que paga a su padre para que le sirva es una trampa, porque significa que no puede volver con su familia; y tener una educación, aprender a escribir y a leer, también lo es porque ¿qué puede hacer con eso? Nada. Si vives en un pueblito con tu familia, y tu familia es analfabeta, pero tú te educas, tienes que salir, porque hace que te des cuenta de todas las cosas que hay en el mundo. Pero para personas como Mary, la educación es complicada. Ella no puede escapar.

- El primer borrador lo escribió en tres semanas, ¿cambió mucho la historia después con respecto a la original?

-Mucho. Por ejemplo, el primer borrador tenía otro final, era totalmente diferente.

- ¿Por qué lo cambió?

-Porque tenía que pensar en la realidad. No quería que pasara lo que ocurre, pero tenía que recrear la realidad de la época en la vivía. Mary no tenía opciones, y para mí era horrible también. Aunque querría escribir como ella para toda mi vida. Podría haber escrito muchísimos más libros con su voz, pero no sería la verdad.

- ¿Eso es lo que buscaba con la novela, honestidad?

-Uf, qué pregunta [se ríe]. No sé si buscaba algo. Para mí es un reto escribir como quiero. Cuando salen los borradores, yo sé qué es malo y qué es bueno, y tengo que escribir hasta que esté contenta con ello. Para mí esa es la verdad. Tengo una relación con los lectores, pero la historia tiene que ser verdad para mí.

- "En Inglaterra piensan que es una novela histórica y en América opinan que es una obra contemporánea". Son palabras suyas, ¿qué cree que es Del color de la leche aquí?

-Aquí en España creo que hay algo más. Hay cierta sensibilidad, es una cosa en la memoria de la gente, pero está más cerca del hoy que en Inglaterra.

- Dice que las historias íntimas como la suya, se consideran domésticas si las escribe una mujer, ¿le sucedió con su obra?

-Sí, es una pena, es terrible. Es doméstica si lo escribe una mujer, pero si lo hace un hombre es una obra universal. Nosotras tenemos que escribir y escribir historias, y todo lo que queramos. La gente tiene que cambiar, y las mujeres tienen que cuidarse y ser fuertes.