Veinticinco niños cargados de ilusión llenaron de alegría las cocinas de ‘Masterchef’ una semana después de que Miguel Ángel Muñoz se proclamara campeón en la primera edición de la edición Celebrity, que se ha revelado como uno de los espacios de este 2016 que estamos a punto de despedir. Algunos tienen arte en los fogones y como cantantes, eso augura momentazos y atentos a Miguel, un riojano especializado en sevillanas que ya se ha ganado la simpatía del jurado y a Jefferson, el británico afincado en Cádiz, un rockero con un apetito voraz.

Repartidos en dos grupos, de 12 y 13 participantes, se descartaron a nueve de ellos tras elaborar una ensalada de quinoa y de pasta, respectivamente. Hubo los primeros cortes, los primeros agobios y hasta a quien la tensión le provocó una leve hemorragia nasal. Sus caras ante el veredicto de los jueces era un poema. Todos soñaban con el delantal con sus nombres bordados, pero solo se lo pusieron: Miguel, Loreto, Javier, Natalia, Arnau, Jefferson, Paula, Álex, Alejandra, Toni, Abel, Estela, Paloma, José Enrique, Kaitin y Virginia.

Según se sucedían los nombres, las lágrimas de los que no eran nombrados se mimetizaron y las cocinas de Shine Iberia parecían un velatorio. ¡Qué disgusto, qué sufrimiento, qué mal rato para los peques, para Pepe, Jordi y Samantha, y para los que estábamos al otro lado! Menos mal que el desparpajo de Miguel, Jefferson y Juanjo, un zaragozano experto en jotas, puso la nota divertida al arranque.

Equipo rojo

El aire fresco de la prueba por equipos era justa y necesaria para recomponerse de tanto drama. Qué mejor que cocinar en plena La Albufera (Valencia). Biopark Valencia fue el lugar elegido para preparar dos menús completos con productos de la tierra para 50 comensales. La responsabilidad dio lugar a los nervios, empezaba el concurso de verdad. Las rencillas afloraron en el equipo rojo, cada uno hizo lo que quería y José no se impuso nada como capitán. Era necesaria la intervención de Jordi Cruz. Y a pesar de eso, salieron 15 platos menos del primero, Samantha tuvo que hacer un apaño con el postre y el catalán tiró la toalla con el segundo.

En el azul, mejor organizado, tres cuartos de lo mismo. Centrados en el primer y segundo plato se retrasaron con la horchata y también necesitaron ayuda de Pepe. Jefferson se confirmó el catador oficial, se dedicó a comer más que a cocinar y eso no pasó inadvertido al chef toledano. No obstante, los pequeños cocineros con los mandiles de color añil fueron proclamados ganadores.

Tres expulsiones

De la prueba de eliminación, protagonizada por el equipo rojo, saldrían tres aspirantes. Tendrían que replicar los platos de los tres ganadores de ‘Masterchef Junior’ y de Carlos Maldonado, ganador de la tercera entrega de la edición adulta. Esta último examen suele ser muy revelador para el jurado. Aquellos que se concentran en el trabajo, se muestran más disciplinados, son más limpios y más organizados en la cocina suelen pasar sin muchas dificultades. Y así sucedió. Los jueces premiaron el esfuerzo y el interés por avanzar en el espacio. Por eso Kaitin se fue como líder de la clasificación con nueve puntos. Jordi fue claro y directo al asegurar que la vasca se postula como una de las grandes competidoras de esta edición. También alabaron el trabajo de José Enrique, al que le superó la situación en la prueba de exteriores; un Miguel que con nueve años parece un abuelo y controla más de cocina de lo que parece; y Virginia, una de las gemelas, que tuvo la mala suerte que retarse con su hermana.

Llegó el drama Alejandra, Javier y Loreto abandonaron el programa y tuvieron que ser consolados por los jueces. La única chica era la más entera, no pareció afectarle tanto aunque nos tememos que era una impostura, la procesión se lleva por dentro. Javier y Loreto no encontraban consuelo ni en los regalazos que les entregó Eva para compensar el disgusto. Menuda noche de nervios, lágrimas y emoción desbordada. Veremos si en la próxima están más centrados. Por cierto, la segunda cita con los fogones será el próximo domingo ya se sabe que a las gallinas de los huevos de oro hay que amortizarlas al máximo.